💖 Por qué sigo escribiendo romance
Escribir romance: el refugio que necesitamos (aunque algunos no lo vean)
Algunas personas insisten en decir que el género romántico está pasado de moda, que es demasiado ligero o que no tiene profundidad. Pues yo sigo aquí, escribiendo historias de amor con más ganas que nunca.
¿Por qué? Porque el romance no es solo mariposas en el estómago y finales felices (que, oye, a las que leemos romántica nos encantan, no te voy a engañar). Es mucho más.
Es ese momento en el que una lectora se sienta en el sofá, después de un día larguísimo en el que no ha parado entre trabajo, reuniones, comidas, coladas y deberes, y se pierde en una historia que le hace sonreír.
Es esa chispa de emoción que nos recuerda que el amor sigue siendo magia, incluso cuando la vida real la mayoría de las veces solo nos da bofetadas.
Porque necesitamos soñar
Con todo lo que está pasando ahí fuera, necesitamos historias que nos devuelvan la ilusión, aunque sea solo por un rato. El romance nos ofrece eso: un respiro, una escapatoria del ruido del día a día, un espacio seguro donde todo es posible.
Habrá quien diga que no vale, que es “literatura menor”. Pero, ¿sabes qué? A mí me importa un bledo. Porque cuando alguien me dice que se ha emocionado con una escena que he escrito, o que se ha sentido identificada con los personajes, o que mi historia le ha hecho compañía en un momento complicado, sé que estoy haciendo algo importante. Aunque otros no lo vean.
Porque el romance conecta
El romance une a las personas. ¿Cuántas veces has comentado con una amiga la escena del primer beso de un libro o una peli? ¿O te has reído con ella recordando las meteduras de pata de un personaje, o las ganas de abofetear a la protagonista porque “amiga, date cuenta”?
Escribir romance es abrir la puerta a conversaciones, a compartir emociones, a crear comunidad.
¿Todas las historias son iguales? ¡Ni hablar!
Muchos dicen que las historias románticas son predecibles porque todas acaban con final feliz. Sí, es cierto, hay finales felices. Si no lo hay, no estaríamos hablando de literatura romántica, para empezar.
Pero es que lo importante no es el final, sino cómo se llega hasta él. Las historias pueden ser frescas y divertidas, o dejarte con el corazón encogido y lágrimas en los ojos, o con cierta sensación agridulce que nos hacen pensar.
Lo importante de las novelas románticas no es cómo terminan, sino todo lo que nos hacen sentir por el camino.
Porque escribir romance es un acto de rebeldía
El mundo de hoy nos pide ser fuertes, productivas, prácticas. Escribir en general, y sobre sentimientos y amor, en particular, es una forma de rebelarse.
Porque estamos dedicando nuestro tiempo a algo que algunos no consideran ni práctico ni productivo, pero que en realidad es un oasis que nos permite desconectar, descargar nuestra mente y descansar. Lo que, a la larga, repercute en una mejora de nuestra productividad. Aunque no sea eso lo más importante.
Escribir romance es gritar al mundo que está bien emocionarse, llorar, reír, enamorarse y dejarse llevar por la magia de una historia. En un mundo donde la ciencia, la tecnología y los números priman, a veces se nos olvida que las personas, ante todo, sentimos.
Por todo eso, yo sigo apostando por el romance
Y lo voy a seguir haciendo. Porque no me canso de contar historias donde el amor es protagonista, donde los personajes se atreven a sentir, a luchar, a caer y levantarse.
Y no, las novelas románticas no están pasadas de moda, más bien todo lo contrario. La novela romántica ha evolucionado muchísimo desde la época de Danielle Steel, y actualmente encontramos un amplísimo abanico de temas y subgéneros que tienen un público cada vez más fiel y que llegan a ser auténticos fenómenos mundiales.
Así que, si tú también disfrutas de un buen romance, ¡quédate por aquí! Vamos a seguir soñando juntas, aunque nos digan que no.
El romance es la vía de expresión amorosa que nos conecta al corazón —romanticamente hablando—. 🥂✨️👌🏽👏🏼👏🏼👏🏼
Muy interesante 😃. Lo incluimos en el diario 📰 de Substack en español?